Por James K. Glassman *
La revista The Economist provee estadísticas semanales de 57 naciones, desde Estados Unidos hasta Estonia. Su más reciente informe pronostica que el Producto Interno Bruto de Venezuela se contraerá en 5,5 por ciento durante 2010. El segundo peor indicador le corresponde a Grecia, con una contracción de 3,9 por ciento. Grecia, como era de esperarse, estuvo a punto de incumplir los pagos de su deuda externa a principios de este año, y los analistas de Morgan Stanley piensan que Venezuela se está moviendo en la misma dirección.
“Nuestras más actualizadas estadísticas sobre contracción económica de los últimos tres años muestran el aumento del riesgo de incumplimiento de los compromisos financieros internacionales por parte de Venezuela”, reportan Daniel Volberg y Giuliana Pardelli en el informe del mes de Junio, el mismo informe que predice que el PIB venezolano tendrá una caída del 6,2 por ciento en el 2010. “Mientras el resto de Latinoamérica, al igual que el resto del globo, ha estado en recuperación económica desde el año pasado, Venezuela ha sido testigo de una marcada depresión en su actividad”, añadieron.
Esta es solo la situación en relación con el PIB, considerado el mejor indicador de medición de la salud económica de un país. Pero cuando se trata de la inflación, nadie compite con Venezuela. Los precios al consumidor han subido 31 por ciento en el 2010, y se espera que sigan trepándose en lo que resta del año. Solo dos de las restantes 56 nacionesmonitoreadas por The Economist sufren de inflación de dos dígitos: India y Egipto, ambas con aumentos de precios del 11 por ciento.
La inflación y estancamiento de Venezuela no deja de sorprender a los analistas, pues siendo el octavo mayor exportador de petróleo del mundo, el país debería estar beneficiándose holgadamente gracias a los altos precios del petróleo.
Estos resultados, sin embargo, no deberían ser sorpresa para nadie. Venezuela adolece de un pésimo manejo de su economía, en manos de un Gobierno central que se apodera cada vez de más y más sectores. En los últimos tres años, Chávez ha nacionalizado empresas en distintas industrias como el cemento, el acero, negocios agrícolas, la banca, el turismo, el petrolero, las comunicaciones y la generación eléctrica.
Chávez tiene otro problema: La violencia criminal. En Caracas, la capital, suceden 9 veces más homicidios por cada 100.000 habitantes que en Bogotá, y la tasa es 15 veces más alta que la de Sao Paulo. En términos generales, según la revista Newsweek, Venezuela posee “la tasa de homicidios más alta de todo el hemisferio”, y esto ha contribuido “a precipitar hacia el piso los niveles de aprobación del Presidente Chávez”.
De hecho, en una reciente encuesta del mes pasado, la firma Consultores 21 encontró que solo el 36 por ciento de los venezolanos aprobaba el desempeño de Chávez, su nivel más bajo en 7 años de medición.
Chávez ha respondido a estos síntomas cerrando medios de comunicación, restringiendo la libertad económica, acusando a sus críticos y mandando a la cárcel a sus oponentes políticos y a los grandes empresarios del país.
El pasado mes de Marzo, Chávez encarceló a Oswaldo Álvarez Paz, antiguo Gobernador del Estado venezolano del Zulia, luego que éste último declarara a la cadena televisiva Globovisión que “El régimen de Venezuela tiene relaciones con las estructuras que sirven al narcotráfico, como las FARC (grupo terrorista colombiano) y otras redes similares que existen en el continente y en el mundo. En el mes de Mayo, el General en retiro Raúl Isaías Baduel - antiguo Ministro de Defensa de Chávez y hoy en día su duro crítico - fue sentenciado a una pena de casi 8 años de prisión acusado de cargos de apropiación indebida de recursos del estado. Estas dos personas engrosan la que Reuters califica como “la larga lista de varias decenas de oponentes a Chávez que están hoy en la cárcel, viviendo en el exilio o enfrentando cargos e investigaciones”.
Hace solo un par de meses, el gobierno de Venezuela emitió una orden de captura contra Guillermo Zuloaga, principal accionista de Globovisión, empresa que el portal The New Republic, en una encendida editorial sobre Chávez, calificó como “la última gran cadena de televisión sobreviviente en el país que se solidariza con la oposición”.
El patrón es claro. Al igual que en el caso del General Baduel, los cargos en contra de Zuloaga fueron económicos – en este caso se le acusó de acumular excesivamente muchos automóviles en su propiedad, una acusación extraña que ya había sido hecha con anterioridad y dilatada hasta entonces. Zuloaga estuvo a punto de ser llevado a una de las más célebres cárceles de toda Latinoamérica, pero logró abandonar el país a tiempo y se encuentra ahora en el exilio.
En una entrevista con Mary O´Grady del Wall Street Journal, Zuloaga declaró que la orden de arresto se produjo como consecuencia de las denuncias que su cadena de televisión reportó sobre las calamitosas condiciones en las que viven diariamente los venezolanos. “La calidad de vida de los venezolanos se está deteriorando considerablemente, justo en el momento en que el más grande escándalo de corrupción de todos los tiempos ha sido destapado, con 70.000 toneladas de comida pudriéndose en los puertos”, declaró. “Tenemos problemas con la electricidad, con el suministro de agua, la más alta tasa de crímenes de todo el mundo…. El Gobierno de Chávez ha infringido casi la totalidad de los artículos de nuestra Constitución”.
Al mismo tiempo que se emitía la orden de arresto contra Zuloaga, el gobierno también tomaba control sobre el Banco Federal, reclamando que el banco no estaba cumpliendo con los requisitos de liquidez. Nelson Mezerhane, presidente del banco, es a su vez uno de los mayores accionistas de Globovisión, y el Wall Street Journal reportó que la conexión con Zuloaga era “el motivo principal por el cual el banco fue intervenido”. Mezerhane también abandonó el país.
A diferencia de Zuloaga y Mezerhane, otro prominente industrial, Ricardo Fernández Barrueco, millonario banquero y dueño de una cadena de alimentos, está languideciendo en la cárcel. El caso de Fernández Barrueco fue asemejado por el portal Forbes.com con el de Mikhail Khodorkovsky, el antiguo Presidente Ejecutivo del gigante energético Yukos y un acérrimo crítico del Presidente Ruso Vladimir Puttin. Fernández Barrueco fue encarcelado en Noviembre de 2009, pero no fue acusado con cargos de violaciones al sistema bancario sino hasta Julio de 2010. Todos los activos de Fernández Barrueco, los cuales incluían barcos pesqueros de atún, flotas de camiones, y acciones en compañías como Molinos Nacionales, han sido confiscados por el gobierno.
Otro de los perseguidos por Chávez es un ejecutivo del sector de alimentos, Lorenzo Mendoza. Un artículo del Miami Herald del pasado mes de Julio denunció que “Chávez tiene en la mira a Empresas Polar, el gigante emporio de cerveza y alimentos de Venezuela. La compañía, en manos de la Familia Mendoza, es un obstáculo para los planes del gobierno de controlar en su totalidad la industria alimenticia”.
Una vez más, Chávez está lanzando acusaciones de “acumulación excesiva”, esta vez de comida en vez de automóviles. Sin embargo, el artículo del Miami Herald cita a un experto que manifiesta que el gobierno ni siquiera ha sabido administrar la porción del sector de alimentos que ya tiene bajo su control. Si Empresas Polar es confiscada, dice Carlos Machado de la Escuela de Negocios de la IESA en Caracas, “habrá un terrible aumento del desempleo y muchos productores no tendrán ningún lugar donde colocar sus productos.”
En un intento para evitar que los venezolanos se enteren de lo que sucede en su propio país, Chávez ha venido desmantelando una a una las redes independientes de noticias. En el 2007, RCTV (Radio Caracas Televisión), la popular cadena de televisión de señal abierta que fue fundada hace más de 50 años, perdió su licencia de transmisión por atreverse a criticar a Chávez. RCTV entonces se pasó a señal por cable, donde de nuevo se convirtió en la cadena más popular, hasta que volvió a caer en las garras de Chávez. Una docena más de estaciones han sido clausuradas. La última movida de Chávez, en el mes de Junio, fue la creación de lo que Humans Rights Watch llamó una todopoderosa “oficina de censura”.
El pasado mes, una foto en la portada del Diario El Nacional de Caracas, mostró a mas de una decena de cadáveres de víctimas de homicidio apilándose en la morgue de la capital. Esto desencadenó la furia del gobierno, el cual respondió prohibiendo la publicación de cualquier imagen de violencia – “como si eso pudiera aquietar las cada vez mas crecientes críticas acerca de por qué el gobierno – a pesar de que proclama una revolución que defiende valores socialistas – ha sido incapaz de cerrar la peligrosa brecha entre ricos y pobres y hacer las calles del país más seguras”, como lo describe el reportero Simón Romero en su artículo publicado en el New York Times.
Pero ni siquiera el bloqueo total de las noticias evitará que los venezolanos sepan de primera fuente lo que sucede con la economía de su país. Las ventas minoristas cayeron 12 por ciento en la primera mitad del año, las ventas de alimentos, bebidas y tabaco disminuyeron en un 30 por ciento. Chávez instauró de manera permanente controles sobre el intercambio de divisas para prevenir “que la oligarquía se lleve los dólares por fuera del país y los deposite en cuentas bancarias en el extranjero”. Pero al igual que otras medidas similares de control, éstas solo han causado pánico entre los inversionistas e industriales y solo han conducido a una mayor fuga de capitales. Las cifras del Banco Central de Venezuela muestran, de hecho, que 9 mil millones de dólares se han fugado en la primera mitad del año.
Cuando vayan a las urnas este mes, los venezolanos indudablemente concluirán que los arrestos, la censura y demás restricciones sobre la libertad no son substitutos de la libertad económica y política, ni de las normas sobre el manejo de lo público.
* James K. Glassman, Ex Subsecretario de Estado de los Estados Unidos para la Diplomacia y Asuntos Públicos, es el actual Director Ejecutivo del Instituto George W. Bush en Dallas.
0 comentarios
Publicar un comentario