Revolución en Egipto:
18 días de apoteósica batalla por la libertad y un dictador es destituido vergonzosamente.
Parece sencillo ¿verdad? Pues no lo es. Los egipcios tienen años trabajando en pro de un resultado como ese, pero la manera en que lograron su revolución es más que clara. Arriesgándolo todo, hasta la vida misma, dieron un empujón al régimen con el propósito de obtener la libertad de definir la democracia por sí mismos. Libraron su batalla en la forma más diplomática que puede existir: en colaboración metódica y organizada y, vale decir, con una gran clase. Cuando confrontaron a los matones maliciosos que el régimen lanzó sobre ellos, los manifestantes se solidarizaron; no se defendieron con artillería, sino con una solidaridad inquebrantable.
La adversidad no disminuyó la fortaleza de aquellos que abogaban por un cambio a lo largo de muchos años. A pesar de la Ley de Emergencia, que les prohibía congregarse en grupos de cinco o más personas y que permitía la detención injusta, los egipcios siguieron organizando manifestaciones, utilizaron herramientas digitales para engrandecer sus historias y aplicaron métodos aprendidos de otros movimientos de resistencia efectivos para promover su causa. A medida que los grupos opositores trabajaban en conjunción para mantener el ímpetu y definir las disposiciones para cesar las manifestaciones, los partidarios de un Egipto libre hicieron uso de la tecnología para forjar una comunidad global y llamar la atención hacia su apremiante reivindicación. Y aun cuando las líneas de comunicación estaban comprometidas, esos seguidores estaban totalmente conscientes de las violaciones de los derechos humanos.
El impulso para derrocar a Hosni Mubarak es atribuido a la remoción triunfal del ex presidente de Túnez, Zine el-Abidine Ben Ali, y la subsiguiente convocatoria a una protesta para el 25 de enero de 2011 por parte del creador de la página de Facebook "Todos somos Khaled Said". La página unió a miles de personas en el ámbito virtual tras el brutal asesinato de Said, quien fuese asesinado a golpes por la policía egipcia por exponer sus prácticas de tortura a través de un video. Por supuesto, este hecho capturó la atención de numerosos grupos de oposición que también se unieron a la comunidad virtual para honrar a los mártires, independientemente de sus ideologías políticas y religiosas. Esos grupos perpetuaron el llamado a la acción invitando a otros a sumar fuerzas con decenas de miles de personas que estaban planificando tomar las calles de El Cairo y Alejandría el 25 de enero. Este evento se diferenció de otras protestas organizadas ya que, esta vez, el mundo estaba observando. En la medida en que las noticias recorrían el mundo, las manifestaciones de apoyo se intensificaron a nivel internacional.
Ahmed Salah, periodista y activista egipcio que sobrevivió a la tortura durante el tiempo que permaneció encarcelado por protestar contra el régimen, llevó su misión a Estados Unidos. Compartió sus experiencias terribles y sus objetivos optimistas con activistas, medios de comunicación y políticos, así como también participó en cursos de capacitación en cómo lograr el cambio por medios pacíficos. Salah recorrió los pasillos del Capitolio buscando co-patrocinadores para la Resolución 200 de la Cámara de Representantes que, de obtenerse suficientes firmas, habría puesto condiciones a los miles de millones en ayuda financiera que el gobierno de Estados Unidos da a Egipto sin ningún tipo de condiciones. En un artículo de The Guardian titulado "La deuda de Occidente con Egipto", Salah expresa con claridad su desencanto hacia los líderes de Occidente que se han hecho la vista gorda a la corrupción y la brutalidad reveladas por valientes periodistas y movimientos de derechos humanos egipcios.
Ramy Elswissy, un activista de 22 años de edad, fue incluso más explícito al relatar aquella vez que fue sacado de su hogar y detenido en 2009 sin ninguna explicación. Los policías lo interrogaron acerca de las razones por las cuales había comenzado a promover el cambio en Egipto y trataron de amedrentarlo respecto de futuras acciones. “La mayoría de mis respuestas giró en torno a mi deseo de poner fin a la Ley de Emergencia que les permitía hacer lo que quisieran... como arrestar y procesar a personas que no habían cometido crimen alguno. Les dije que soy un activista en pro de los derechos humanos, económicos y políticos. No tengo una agenda islámica. Aspiro a una verdadera democracia”. A diferencia de Salah, al poco tiempo Elswissy fue puesto en libertad ileso. A raíz de ese incidente, estaba más decidido que nunca a lograr la reforma.
La libertad democrática es una aspiración contagiosa evidenciada por el efecto dominó de las revueltas que están teniendo lugar en todo el Medio Oriente. La pregunta es: ¿cómo se clasifica una revolución y cómo se pueden obtener resultados similares? Sin lugar a dudas, parte de la respuesta se definirá en retrospectiva, pero en el aquí y ahora, el valor radica en identificar las tácticas atribuidas a la victoria alcanzada por los egipcios de manera que otros puedan lograr el mismo resultado. Jeff Goodwin, quien es profesor de sociología en la Universidad de Nueva York, define revolución como “cualquier y todos los casos en que un régimen político o Estado es derrocado y por ende transformado por un movimiento popular de una manera irregular, extra-constitucional y / o violenta”. Si sacamos la palabra “violenta” de la ecuación, eso fue precisamente lo que ocurrió en Egipto. El Instituto Albert Einstein y el Centro Internacional sobre Conflictos No Violentos han producido gran cantidad de material, disponible en varios idiomas, que estimula el pensamiento crítico y muestra los aspectos fundamentales que históricamente han dado lugar a una revolución. Bien sea que las revoluciones hayan sido impulsadas por una revuelta política, psicológica o socioeconómica, los teóricos han estado analizando esta suerte de fenómeno durante edades. Irónicamente, tanto Salah como Elswissy, quienes se llevan más de 20 años de diferencia en edad, han leído los libros de Gene Sharp y se remiten a su visión retrospectiva de la historia para identificar las tácticas que podrían resultar fructíferas. Si la historia se repite, esta podría ser la respuesta.
Desde el margen vimos vehículos del gobierno golpeando peatones inocentes y vigilantes a camello propinando latigazos a los manifestantes, gracias a los periodistas ciudadanos que reportaban en vivo desde la plaza Tahrir. La propaganda transmitida por la televisora estatal causaba risa cuando los medios de comunicación social catalizaban lo que estaba pasando realmente. La brecha entre manifestantes y observadores se desintegraba con cada tweet o vídeo en YouTube. Con la vista de la comunidad internacional puesta en Egipto, Mubarak finalmente enfrentó la oposición de los líderes mundiales,
quienes le hicieron un llamado para que reformara su gobierno y por poco le exigieron su renuncia.
El gobierno que puso obstáculos tecnológicos que amenazaban la vida de muchos terminó cebando su propia desaparición al fortalecer a sus ciudadanos para la recta final de su revolución. Cuídense dictadores: El uso estratégico de la acción pacífica combinado con la tecnología es una fórmula letal que empodera a los pueblos del mundo que persiguen su desaparición. Los egipcios desafiaron la considerable improbabilidad de destronar a uno de los hombres más poderosos del mundo y conquistaron los corazones de muchos. ¿Cuál es el próximo dictador?
Stephanie Rudat
The Huffington Post
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EL LOCO DE MIRAFLORES
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