| 0 comentarios ]

s@ezequielvazquez

Foto EFE/ Jorge Bañales
Esta semana tuve la posibilidad de conocer y acompañar a cuatro mujeres que hace años se encuentran luchando por la libertad de sus esposos. Veamos un poco sus casos:
Jackelin Sandoval, madre de dos hijos, esposa del preso político Rolando Guevara Pérez, oficial de la policía en Venezuela, acusado de asesinato. Las pruebas indican que él no lo cometió.
Yajaira Castro, madre de dos hijos, esposa del preso político Lázaro Forero, uno de los once oficiales de policía acusados por asesinato durante los eventos del 11 de Abril de 2002. Sentenciado a 30 años de prisión, sin pruebas.
Tahianny Pisani Romero, madre de tres hijos, esposa del preso político Delfín Gómez Parra, General de las Fuerzas Armadas. Denunció corrupción dentro de la planta azucarera de Barinas pero sin embargo, fue acusado y privado de su libertad por los mismos motivos que él trató de denunciar. Se encuentra preso hace cinco años sin haber sido juzgado aún. El Presidente Chávez se refirió a el como un insecto a quien le gustaría ver fusilado.
Indira Ramírez, madre de tres hijos, esposa del preso político Alejandro Peña Esclusa. El gobierno venezolano allanó su hogar y plantó materiales explosivos entre la ropa de su hija, haciéndolo pasar por terrorista. Su juicio no ha comenzado aún.

Con el presente artículo no pretendo hablar sobre los presos políticos, sino sobre la otra cara de esta historia. La historia de cómo un gobierno totalitario, en su afán de destruir cada obstáculo que se le presenta en su camino, no solo acaba violando los derechos humanos de dichas personas, sino que destruye los pilares indispensables para el desarrollo de cualquier comunidad: la familia.
Hablando con las esposas, escuchando sus casos, me preguntaba una y otra vez: ¿por qué un niño tiene que vivir su infancia con miedo a que lo confundan con su padre, luego de que el Presidente de un país promueva su fusilamiento? ¿por qué un niño tiene que pasar cada domingo en una cárcel, en lugar de jugar al futbol con sus amigos? ¿por qué una niña tiene que escuchar en los medios de comunicación que su padre escondía explosivos entre su ropa, cuando fue el propio gobierno quién plantó esos explosivos? ¿por qué una persona tiene que vivir años mirando el sol dos veces al mes, sin siquiera haber sido sentenciado?. Y la única respuesta que me venía a la mente es que no hay respuesta a estas preguntas, ya que no existen razones para justificar esos hechos bajo ninguna circunstancia.
Estas preguntas al mismo tiempo, nos enseñan mucho sobre la otra cara de la revolución bolivariana, sobre el modus operandi del gobierno y por sobre todo, las secuelas más profundas que las acciones del mismo están causando. Chávez ha demostrado a lo largo de su mandato que la violencia física directa no es su método para silenciar a la gente. Por el contrario, ha recurrido a la institucionalización del miedo permanente, a través del uso arbitrario de todos los poderes del Estado en contra de cualquiera que se anime a desafiarlo y de la violencia indirecta representada por el estado de inseguridad en el país. Chávez no solo está privando de la vida o la libertad a miles de personas, Chávez está destruyendo familias y por tanto destruyendo el futuro de un país completo.
Cuando el denominador común en la sociedad se llama miedo y cuando el gobierno busca por todas las vías silenciar a la población, la solución es solamente una: alzar la voz. Jackelin, Yajaira, Tahianny e Indira son un ejemplo de esto. Apoyemos su causa y la de millones de Venezolanos. Sólo así podremos recuperar la Libertad.
Ezequiel Vázquez Ger es Coordinador en Washington DC de la Organización de Derechos Humanos Un Mundo Sin Mordaza. Twitter: @ezequielvazquez. Email: Ezequiel.Vazquez@LinkTheAmericas.Org
Foto un Mundo Sin Mordaza

0 comentarios

Publicar un comentario

 
Share