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En la noche del 12 de julio de 2010, la policía política venezolana (SEBIN por sus siglas en español) irrumpió en la casa de Alejandro Peña Esclusa, arrestándolo en presencia de su familia- incluyendo a su hija de 7 años de edad. La detención de Peña Esclusa no fue una sorpresa- porque este es el destino de muchos patriotas venezolanos que se atreven a resistir la dictadura de Hugo Chávez.




El 2 de julio, un presunto terrorista de El Salvador de nombre Francisco Chávez Abarca, fue detenido en el aeropuerto internacional de Caracas en Maiquetía. Su llegada a Venezuela es ciertamente misteriosa. Abarca, quien está acusado de colocar bombas en La Habana en 1997, inmediatamente implicó a Peña Esclusa como su contacto en un extraño plan elaborado por el dos veces candidato presidencial para irrumpir en las elecciones de la Asamblea Nacional en septiembre de 2010. Después de enterarse de las acusaciones de Abarca, Peña Esclusa públicamente predijo su inminente detención por la policía secreta de Chávez.

Aproximadamente un año más tarde, Alejandro Peña Esclusa sigue detenido sin haber sido enjuiciado, en la sede de SEBIN, un centro comercial de los años sesenta que ha sido convertido en una prisión para atormentar y torturar a un número cada vez mayor de hombres y mujeres cuyo único delito es oponerse al régimen de Chávez. Esclusa está acusado de conspiración (de acuerdo con las acusaciones de Chávez Abarca) y por ocultar armas de guerra. Durante el allanamiento de su casa, la policía secreta SEBIN supuestamente encontró explosivos C4 en la habitación de su hija. Peña Esclusa, un demócrata comprometido, dice que los explosivos fueron plantados.

La detención de Peña Esculsa no fue una coincidencia. Él había sido un promotor de lo que la oposición venezolana conoce como “350,” en referencia al artículo 350 de la constitución venezolana que aprueba la rebelión ante un régimen antidemocrático. Él también se había opuesto a las intervenciones de Chávez en los asuntos internos de otros países bajo la rúbrica del Foro de São Paulo, una organización fundada por el dictador cubano Fidel Castro y su compañero Lula da Silva para sustituir a los conflictos armados en el continente con una red de “movimientos sociales” agresivos. La organización de Peña Esclusa “UnoAmerica” (que fue creada específicamente para contrarrestar la influencia del Foro de São Paulo) había sido una de las pocas organizaciones que apoyó al gobierno interino de Honduras tras la expulsión de la entonces marioneta de Chávez, Manuel Zelaya, por tratar de robar un segundo término como presidente. Por último, a Peña Esclase se le imputa el haber acusado a Chávez de “cometer crímenes contra la humanidad” en el Tribunal Internacional de la Haya.

La detención prolongada de Alejandro Peña Esclusa con cargos sin fundamento, marca una nueva audacia en la guerra judicial de Hugo Chávez contra las voces independientes y de oposición. En primer lugar, y más importante, son las acusaciones falsas formuladas en este caso y que demuestran que a Chávez poco le importan las apariencias. En el pasado, Chávez ha utilizado procedimientos administrativos para hostigar a sus oponentes con acusaciones de corrupción confusas o recurriendo a largos juicios que dictaminan sentencias draconianas. Para el caso de Peña Esclusa, la llegada oportuna de Chávez Abarca a Venezuela es una parte clara de un complot de los secuaces de Chávez para la fabricación de acusaciones en contra de un oponente político. (Esta táctica es similar a la empleada por la herramienta chavista Boliviana, Evo Morales, para incriminar a docenas de líderes de la oposición cívica basándose en el testimonio cuestionable de un “terrorista.”) Por otra parte, la naturaleza descarada del caso Peña Esclusa es expuesta por el descubrimiento melodramático de explosivos colocados en la habitación de su hija.

El segundo aspecto preocupante de este caso es la creciente brutalidad de las detenciones por el régimen de Chávez. Peña Esclusa está detenido en una celda de 20 pies cuadrados en el centro comercial SEBIN. A pesar de su deteriorada salud y reciente diagnóstico de cáncer de próstata, sus custodios no le han ofrecido un mejor trato o atención médica adecuada, por no hablar de arresto domiciliario. A pesar de que se le ha permitido visitar a un médico, tendrá que someterse al tratamiento de cáncer bajo el estrés físico y emocional de una detención arbitraria en condiciones inhumanas.

El silencio de la comunidad internacional sobre este trato brutal es ensordecedor. Peña Esclusa es un demócrata respetable y prominente. Él es un líder de la sociedad civil. Es un esposo y padre ejemplar. Su familia es aterrorizada por el régimen de Chávez porque Alejandro tiene la audacia de creer en una mejor Venezuela y por tratar de hacer realidad esa visión. Él está siendo castigado por tener la valentía de denunciar la intervención de Chávez en otros países y por tratar de frustrar los planes imperialistas contra la libertad.

Hasta que la comunidad internacional – los gobiernos “decentes” y las organizaciones de derechos humanos por igual – le hagan pagar a Chávez algún precio por abusar de individuos como Peña Esclusa, su régimen ampliará la persecución de cualquiera que se atreva a decir simplemente la verdad sobre su agenda agresiva. El Pueblo de Venezuela y toda América, cuya libertad Peña Esclusa ha trabajado para defender, tienen la obligación moral de hablar para pedir su integridad personal y libertad incondicional.

Roger F. Noriega fue embajador ante la Organización de Estados Americanos de 2001-2003 y Secretario Adjunto de Estado de 2003-2005. Él es un investigador visitante en el American Enterprise Institute y director ejecutivo de Visión Américas LLC, que representa a EE.UU. y a clientes extranjeros, y contribuye en interamericansecuritywatch.com.
Por Roger Noriega

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